martes, 22 de junio de 2010

El Arbol Vanidoso


Los tres árboles conversaban:
-Tú eres el más joven y puedes doblar tus ramas para tocar el agua.
-Sí, pero mi tronco es débil y tengo miedo de quebrarme -respondió el aludido-; preferiría estar en tu situación. Ya sabes a qué atenerte; yo no quiero desviar mi destino sólo por probar algo diferente.
-No discutan -dijo el de mediana estatura-, uno por viejo y el otro por inmaduro están llenos de temores. Es mejor ser como yo: mi tronco es grueso, pero además flexible. Estoy en la flor de la vida.
Dos pájaros pasaban por ahí y escucharon. Con una risita burlona se posaron en las ramas del árbol presuntuoso. Empezaron a picotearlo hasta que se fue doblando. Sus dos vecinos no salían del asombro.
Antes de retirarse, el jefe de la parvada dijo:
-El árbol viejo nos cobijó en su sombra; el joven nos llenó de vida; pero tú eres vanidoso, por eso ahora tienes tu castigo.
-Aprendí mi lección -dijo el árbol herido- no volveré a ser vanidoso nunca más.
Los pájaros y los árboles sonrieron con alegría, porque su compañero comprendió el valor de la sensibilidad para no lastimar al prójimo.

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